top of page

Historia de mi  Vocación 

Cuando escuché el llamado de Dios me atrajo la vida religiosa activa, pero el Señor me hizo saber que mi vocación es  vive una vida evangélica como Clarisa Capuchina en la vida contemplativa.

PBJ_5670.JPG


 

Soy la Hermana Rosa de Guadalupe.

 

Cuando tenía trece años, estaba orando ante una imagen del Sagrado Corazón.  Allí comencé a descubrir que nuestro Señor me estaba preparando en secreto para ser consagrada a Él algún día.


Cada vez que iba a la iglesia, iba a orar a la imagen del Sagrado Corazón.  Cuando rezaba allí, sentía algo dentro que no podía entender.  Fue como un anhelo de algo.  Fue algo que no entendí.  Con el tiempo descubrí poco a poco que el Señor me estaba preparando para algo que Él en su gran amor y misericordia había planeado para mí.


Siempre que veía a las monjas a cargo del colegio, sentía una gran alegría.  Me decía a mí mismo que también quería a la esposa de Cristo.  Entonces el amor por la vida religiosa misionera comenzó a crecer en mi corazón.  Quería ser monja misionera con todo mi corazón.  Le pedí permiso a mi familia para unirme a ellos.  Fue negado. Ahora agradezco a Dios que sucedió de esa manera.  Tenía otros planes para mí.  La verdad es que Dios no quería que yo fuera un misionero religioso.


Pasó el tiempo y también mis ideas sobre la vida misionera, pero aún quedaba la llamada a algo.  Interiormente, en lo más profundo de mi corazón, traté de descubrir lo que el Señor quería de mí.


Durante este tiempo tuve la oportunidad de estar cerca y compartir con adultos jóvenes.  Me uní al grupo Católicos en Acción. Me sentí muy bien en el grupo de jóvenes.  Traté de servir y agradar al Señor a través del grupo, pero hubo momentos en los que sentí que faltaba algo.  Nada parecía llenar el vacío que sentía dentro de mí. Intenté distraerme con deportes que disfruté mucho.  Jugué voleibol, baloncesto y fútbol.  Disfruté asistiendo a celebraciones y fiestas y siempre tuve muchos amigos.  Pero pronto supe que todas estas cosas terminan, tarde o temprano.  No importa lo agradable que parezca, llegará el día en que todo terminará y no quedará nada.


Solo el amor de Dios es eterno.  Quería llenar el vacío dentro de mí con cosas mundanas y materiales.  El que finalmente mi vacío fue Jesús.


Ahora soy feliz.  Y aunque no me hice religiosa misionera, estoy feliz porque acepté la santa voluntad de Dios y me convertí en una monja capuchina contemplativa de la Clarisa.

 El señor es mi pastor; No hay nada que quiera.

 

Me encanta rezar  y medita  en la naturaleza...

bottom of page